Los productores de huevos y los responsables de los centros de embalaje se preocupan de hacer llegar al consumidor un alimento sano y seguro, y para ello aplican el Modelo Europeo de Producción. Pero es responsabilidad de los consumidores y de los profesionales de la restauración colectiva mantener la calidad y la inocuidad de los alimentos en su conservación y preparación. Por ello es importante seguir unas buenas prácticas de manejo e higiene en la cocina.
Por su clara: en los huevos frescos se distinguen dos zonas en la clara, una más densa y otra menos densa, sin llegar a ser líquida. Además, la yema está centrada y tiene altura. Con el tiempo, la clara pierde consistencia, es más líquida y la yema queda cada vez más baja. En los huevos poco frescos, la clara se desparrama en el plato y la membrana de la yema pierde consistencia, siendo más fácil que se rompa al cascarlo.
Por su cámara de aire: si la cámara de aire entre la clara del huevo y la cáscara es muy pequeña, indica que el huevo es muy fresco.
Sin olores extraños
Por su flotabilidad: al sumergir un huevo crudo entero en una disolución de agua con sal al 10%, si es muy fresco se hunde y si es menos fresco flota. Esto se debe a que la cáscara del huevo es porosa y, con el trascurso de los días, éste expulsa agua, permitiendo la entrada de aire en su interior (si el huevo se conserva en el frigorífico este efecto es menos acusado). El aire se acumula en una cámara y su mayor tamaño es lo que permite que el huevo flote. Por tanto, a mayor tiempo trascurrido desde la puesta, o peores condiciones de conservación, mayor tamaño de la cámara de aire y más flotabilidad del huevo.
Los huevos con las indicaciones obligatorias en su cáscara y etiquetado cumplen con los requisitos del modelo europeo de producción.
En ellos se marca la fecha de consumo preferente, que indica el tiempo durante el que un huevo puede considerarse fresco. Esto solo se aplica a un huevo que tenga su cáscara limpia e intacta (sin fisuras ni roturas), y que haya estado bien conservado (en el frigorífico tras la compra).
Si los huevos no llevan marcada en la cáscara la fecha de consumo preferente podrás encontrarla en su envase. Guárdalos allí para tener siempre disponible esa información.
Un huevo se considera fresco hasta los 28 días después de la puesta si ha estado bien conservado (sin cambios térmicos bruscos y en el frigorífico después de la compra).
Una vez cascado, el huevo debe cocinarse o consumirse a la mayor brevedad posible. Al ser un alimento muy nutritivo, si no se conserva y manipula correctamente puede contaminarse fácilmente con microorganismos del entorno, lo que haría su consumo poco seguro.
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MANEJO SEGURO DEL HUEVO